diumenge, 27 de gener del 2008

LUCRECIA: LA CASTA ESPOSA QUE DERRIBO AL REY


Cuenta la leyenda que el final de la monarquía y la proclamación de la república tuvo como principal motivo la triste historia de una aristócrata romana Lucrecia. Tito Livio narra el episodio en el Libro I de su “Historia de Roma desde su fundación”. Según nos explica, el último rey de Roma “Tarquinio el Soberbio” estaba en guerra con la ciudad de Ardea en Italia, a la cual tenía sitiada.

Un buen día, estando bebiendo en su tienda, Sexto Tarquinio, hijo del Rey, y Lucio Tarquinio Colatino, sobrino suyo, hablan de las virtudes de sus respectivas esposas. Cada cual alaba a la suya respectiva y para demostrar cuál de ellas es más virtuosa, se presentan de improvisto en Roma y encuentran a la esposa del hijo del rey en plena diversión, mientras que Lucrecia, esposa de Colatino, se encuentra tejiendo en su habitación acompañada de sus esclavas. Gana por tanto la apuesta Colatino. Sin embargo Sexto se siente atraído por la belleza de Lucrecia y se propone a partir de aquel momento hacerla suya.

Días más tarde el hijo del rey se presenta en el domicilio de la infortunada Lucrecia, ya ante la negativa de esta a aceptar sus requerimientos amorosos, espada en mano y bajo amenazas, la viola. Al día siguiente Lucrecia llama a su esposo y a su padre Espurio Lucrecio que llegan acompañados por Lucio Junio Bruto y les cuenta lo sucedido. A continuación y sin darles tiempo a reaccionar se suicida clavándose un puñal en el corazón.

En el momento de su muerte Lucrecia proclama: "Vosotros veréis cuál es su merecido; por mi parte, aunque me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo; en adelante ninguna mujer deshonrada tomará a Lucrecia como ejemplo para seguir con vida".

Bruto extrae el puñal y jura solemnemente perseguir y expulsar al rey diciendo: "Juro por esta sangre castísima que la injuria hecha por el hijo del rey recibirá su merecido. Desde hoy Roma ya no tiene rey". A continuación arenga al pueblo y se subleva contra el Rey. Sexto Tarquinio muere asesinado y el rey y su familia son condenados al destierro.

Se pone de esta forma fin a la monarquía y se nombran dos cónsules, uno el propio Lucio Junio Bruto y otro Lucio Tarquinio Colatino, esposo de Lucrecia. Corría el año 509 a. C. cuando a Lucio Junio Bruto le correspondió el honor de ser el fundador de la República en Roma.

Seguramente lo contado por Tito Livio no sea más que pura leyenda, pero al igual que con la fundación de Roma por Rómulo y Remo, los grandes momentos de su historia necesitaban de grandes leyendas que la hicieran más grande y mítica.